martes, 24 de diciembre de 2013

El latín ha muerto, ¡viva el latín!

"Me he lanzado a una empresa que poca gente ha intentado hasta ahora: contar las aventuras de esta lengua latina que tanto amo, de esta reina de las lenguas, desde sus orígenes hasta nuestra época, en la que son muchos los que piensan que habría que abandonarla, declararla muerta y enterrarla. 

 Me opongo rotundamente a estas personas y demostraré que el latín no ha muerto ahora, sino que murió hace dos mil años y que esta "muerte", si puede llamarse de muerte, le ha permitido gozar de una vida casi eterna"


Ficha: "El latín ha muerto, ¡viva el latín!", Wilfried Stroh, Ediciones del Subsuelo, 364 páginas, ISBN: 978 8493942694

Supe de la existencia de este singular ensayo casi desde el momento de su publicación en castellano, hace ya más de un año, aunque en aquel momento captó mi atención desistí de su compra y lectura debido fundamentalmente al tema, la historia de la lengua latina. Definitivamente el latín en mi etapa de estudiante no fue santo de mi devoción, tuve que sufrirlo durante un año por ser asignatura obligatoria y posteriormente como "mal menor" tras mi huída de las matemáticas... no dudé ni un instante en quitármelo de encima en el último curso en el instituto para cambiarlo por Historia del Arte, una asignatura fundamentalmente de "codos" con un gran volúmen de materia en un solo año pero que consideré preferible a la aridez de la lengua latina. De aquellos dos años de latín solo conservo en cambio el buen recuerdo de mis profesores que hicieron lo posible por hacer la asignatura lo menos odiosa posible... tarea harto complicada.

La semana pasada vi este libro en la estantería de las "novedades" en la Biblioteca Regional y decidí darle una segunda oportunidad, y no fué como ya he comentado antes por mi afición a la inmortal lengua de Cicerón y Virgilio sino por mi debilidad por las causas perdidas. A finales de junio de este mismo año publicaba el ensayo de Marta Nussbaum "Sin fines de lucro" donde la autora, filósofa y Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, realizaba una enconada defensa de la enseñanza de las humanidades, todos pensamos en la filosofía, la historia, el arte... pero solemos olvidarnos de las lenguas clásicas, el griego y el tan menospreciado latín. Precisamente por eso, porque defender la enseñanza y el valor de la lengua latina en pleno siglo XXI parece a priori un disparate es por lo que me embarqué en la lectura de este libro, de golpe y porrazo el Sr. Wilfried Stroh me cayó la mar de simpático.



El experto filólogo alemán, que lleva muchos años batallando para hacer más popular la lengua latina en su Alemania natal y en Europa, ha escrito un ensayo realmente ameno sobre la historia de la singular lengua, una historia apasionante y completamente diferente de todas las demás. De siempre he escuchado el comentario de que el latín es una lengua muerta... Stroh no contradice necesariamente este epíteto, lo que rebate es la idea de que sea justo ahora o en los últimos dos siglos con el advenimiento de la modernidad cuando podemos datar la fecha del deceso, la lengua latina lleva muerta muchos siglos, casi dos mil años, y cada vez que se la ha dado por finiquitada no ha dejado de resucitar. 

A su favor posee su incomparable belleza, muy superior a la de cualquier lengua moderna... incluyendo esa lengua bárbara de la "pérfida Albión" que actualmente pasa por ser la lingua franca de la comunicación internacional, y que no hay más remedio que aprender si uno quiere considerarse persona culta... en su contra tiene su extrema dificultad, sobre todo por el sistema habitual de enseñanza, basado en el análisis gramatical... que la convierte en algo tan bonito y elegante como la disección de una rana.

El libro no pretende tampoco convencer al lector para que inmediatamente se ponga manos a la obra y se lance a la aventura del aprendizaje del latín, aunque desde luego intenta transmitir parte de la pasión que su autor siente por el mismo, sino ante todo informar al lector de la historia de la lengua, que este siga paso a paso su evolución, sus principales protagonistas, sus épocas más gloriosas y su decadencia, sus inesperados renacimientos y sobre todo hacer hincapié en sus beneficios a la hora de afrontar el estudio de otros idiomas, la utilidad para entender los términos científicos y técnicos, y sobre todo para pensar con lógica y disciplinar el pensamiento debido a su particular gramática y estructura, muy diferente de la gran mayoría de lenguas modernas.

Como era de esperar el relato sigue un orden cronológico desde los inicios de la lengua latina, sus primeras inscripciones, su encuentro y la gran relación que tuvo con la lengua griega, sus principales autores clásicos, Plauto, Horacio, Virgilio, Cicerón... su progresivo alejamiento de la lengua hablada en la calle lo que motivó, según Stroh, su primera "muerte", cuando llegó un punto, más o menos unos años antes del nacimiento de Cristo, en el que ya no evolucionó más como lengua, alcanzó la perfección con Virgilio y Cicerón sufriendo una "muerte en la belleza", permaneciendo desde entonces inalterable en lo que se refiere a reglas gramaticales y normas, recibiendo meras ampliaciones de vocabulario que han continuado hasta nuestros días en los que los modernos latinistas agregan términos como "Internet", "World Wide Web", "Móvil"... para intentar lo imposible, mantenerla con vida aunque sea en estado comatoso...

Asistiremos también al relato de sus principales intérpretes, enseñantes y autores literarios tras la caída del Imperio Romano, a su supervivencia en los conventos, a su decadencia al final de la Edad Media y a su espléndido florecimiento en el Renacimiento... y finalmente a su fin como lengua principal de la ciencia y la erudición en el siglo XVIII en detrimento de las lenguas nacionales. La historia de la misma estará principalmente, y como es lógico, centrada en un primer momento en la península italiana para después irse extendiendo al paso triunfal de las legiones, sufriendo un enorme retroceso, al menos en su variante culta, con la caída del imperio, pasando desde el siglo XVI en adelante a centrarse sobre todo en Alemania. Ya en su prólogo Wilfried pide disculpas a los lectores de otros países por su excesivo centramiento en la historia del latín en su país, aunque importante para el desarrollo de la lengua y comprensible debido a la autoría del libro creo que es uno de los puntos flacos del por otra parte magnífico ensayo.

El libro está salpicado con ejemplos del uso de la lengua, fragmentos de obras célebres, poemas, diálogos, en ocasiones escogidos por su belleza, otras por su sentido del humor, otras ocasiones para ilustrar ejemplos de la perfección, o del uso incorrecto "macarrónico" del latín... no hay espacio para el aburrimiento a pesar de la ingente cantidad de nombres y datos que acompañan la narración. Todo un festín, en definitiva, para los enamorados de la lengua de Cicerón, y también muy interesante para aquellos aficionados a la historia antigua, como un servidor.


"Sería un acto de justicia que el latín fuese la única lengua cotidiana en el Cielo. De lo contrario, ocurriría lo mismo que en la actualidad: los de Oxford destacarían en inglés, los de París en francés, los hijos de Israel no tendrían rival hablando hebreo. Fiat iustitia! (¡Que haya justicia!). Así regresaríamos todos a nuestra lengua común, el latín. Porque el latín es la lengua que todos desconocemos".

AMEN


He aquí un vídeo en Youtube donde se le puede ver en acción dándo una conferencia en latín... recomendable incluso aunque no se entienda una palabra, apuesto a que nadie esperaría que sonase tan "alemán"... risas garantizadas ;-)


Lo mejor: Un ensayo muy ameno, original e interesante que revelará muchos datos desconocidos para la gran mayoría de lectores que se acerquen al mismo. Nunca volverán a contemplar esa lengua de la misma forma. Wilfried es un romántico que no teme remar contracorriente y un gran apasionado de su especialidad, debuta también con este libro como un brillante ensayista... una pena que haya tardado tantos años en escribir este libro.

Lo peor: Un excesivo centramiento en la historia del latín en Alemania que llega a hacerse tediosa en la segunda mitad del libro. Aunque el latín se ponga un rostro más amable, se vista de brillantes colores y se impregne del perfume del romanticismo sigue siendo eso... una lengua muerta y fosilizada a la que hay que venerar como se respetan a los antepasados. Mientras que no se enseñe como se enseñan los idiomas modernos, mediante el habla, a través de la literatura, la poesía y el teatro, a través de diálogos con temática actual o al menos de uso cotidiano, minimizando los errores del estudiante tal y como se disculpan los cometidos en la enseñanza de otras lenguas, dificilmente podrá salir de las catacumbas donde parece que se va hundiendo más y más.

El esfuerzo de Wilfried Stroh por hacer todo eso para popularizarla y devolverle de nuevo su lugar de honor, lamentablemente perdido, solo puede caer en saco roto en el mundo actual. Naturalmente no faltarán círculos de latinistas y grupos de conversación de latín en Internet... ¿acaso no hay asociaciones de pesca con mosca o numismática? ¿por qué no las iba a haber de Latín?, eso no es prueba de ningún renacimiento de un interés verdadero por las lenguas clásicas... aunque por otra parte tampoco certifica lo contrario, que el latín vaya a desaparecer completamente, lleva muriendo varios siglos ¿por qué iba a extinguirse en este siglo XXI?, apuesto a que todavía le queda "agonía" para rato.



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