lunes, 28 de abril de 2014

Baila, baila baila

"Fue un agradable atardecer de primavera. El azul del crepúsculo empezó a oscurecerse, como si una brocha invisible diese capas y más capas de pintura, hasta tomar tintes cada vez más oscuros. Cuando me cansé de leer, escuché el Trío opus 100 de Schubert interpretado por Stern, Rose e Istomin. Desde hacía años, siempre escuchaba ese disco cuando llegaba la primavera. Como en respuesta a los tonos de la obra, sentí esa peculiar melancolía que destilan las noches de primavera. En esas noches, me parece que hasta el corazón se tiñe de esa dulce oscuridad azul. Y, al cerrar los ojos, vislumbré un esqueleto blanco en lo más profundo de las tinieblas. Allí estaba, delante de mí; la vida sumida en un profundo vacío, huesos duros como recuerdos"


Ficha: "Baila, baila, baila", autor "Haruki Murakami", editorial Tusquets, 453 páginas, ISBN: 9788483837665

De nuevo vuelvo a vérmelas con un viejo conocido, Haruki Murakami se merece la etiqueta con su nombre en este blog, son en total nueve las obras de este conocidísimo escritor japonés comentadas ya en este blog aunque hacía tiempo que no leía nada suyo, concretamente desde junio de 2.011 cuando leí su interesante ensayo "De que hablo cuando hablo de correr", su única obra de no-ficción hasta la fecha, que yo sepa.

Antes de ese ensayo fueron cayendo las lecturas de "Tokio Blues", su primer gran éxito y la que sea probablemente la mejor novela para iniciarse en el peculiar mundo del escritor nipón, la increíble y extensa "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo", sin duda alguna lo mejor que he leído de él, la irregular colección de relatos "Sauce ciego, mujer dormida", bastante prescindible en mi opinión, las descarnadas y pesimistas "Sputnik, mi amor" y "Al sur de la frontera, al oeste del sol", dos obras menores en el conjunto de su obra pero que profundizan en el peculiar universo de este atípico escritor, imprescindibles para sus fans, la alucinógena y extravagante "Kafka en la orilla" donde el autor se supera a sí mismo y consigue dar otra vuelta de tuerca a su aparentemente inagotable capacidad para sorprender al lector, y finalmente "After Dark", una novela menor, con cierto regusto a encargo, a escrito de relleno mientras gana tiempo de cara a esa obra mucho más ambiciosa publicada en dos partes titulada "1Q84" y que espero poder comentar aquí en unos meses.
 
Tras esta ensalada de enlaces y referencias al pasado me he dejado deliberadamente una novela sin mencionar, "La caza del carnero salvaje", su tercera novela, su primer éxito de ventas en Japón y sin duda alguna la novela que le preparó el terreno para su exitosa "Tokio Blues". Seis años después de esta disparatada caza del carnero salvaje... una novela ágil, extraña, surrealista y plena de ironía, cayó esta que comento aquí, "Baila, baila baila" retoma la historia del periodista protagonista varios años después. Tras tanto tiempo sin leer nada de Murakami me preguntaba si podría añadir algo más a todo lo que ya he comentado sobre él aquí porque la sensación que tengo en ocasiones leyéndole es un habitual y persistente "dejá vú"... esto ya lo he visto, ya lo he leído, ya lo he sentído, de nuevo lo mismo... y tengo que decir que el reencuentro con las sensaciones que me produce este escritor ha valido la pena, ha sido algo más de ese "más de lo mismo" que hasta cierto punto esperaba.

De nuevo protagonista solitario, varón, de treinta y pocos, único habitante de un modesto apartamento, profesión anodina, vida gris y vulgar, un gato como mascota "sardina", sucesor del inolvidable "boquerón" de la novela anterior. Quedaba algo más que contar, algún cabo suelto que anudar y vaya si Murakami terminó de redondear la historia. Tenemos un personaje traumatizado que ha quedado tan impactado por su reciente separación que parece vivir solamente por inercia, escribe mecánicamente, cocina con la misma precisión exenta de emoción... un día una serie de sueños le llevan a intentar realizar un viaje al pasado.  Vuelve a la isla de Sapporo, busca de nuevo el hotel Delfín donde tuvo lugar buena parte de la acción de "La caza del carnero salvaje" y emprende una historia bien diferente. 

Algo tuvo que pasar en la vida de Murakami entre 1.982 y 1.988, aparte de las dos novelas que escribió mientras tanto... todas las características que se asoman tímidamente de su peculiar mundo en aquella fábula desquiciada se espesan y se tornan consistentes en esta novela, si de un símil culinario se tratara podríamos decir que "el bizcocho ha quedado horneado". De nuevo el omnipresente sentimiento de soledad, el sentimiento de extrañeza ante el mundo, la sensación casi opresiva de no encajar ni formar parte de nada, múltiples referencias a la música de su época y años anteriores... estábamos en 1.988 cuando Murakami escribe la novela y la acción se sitúa en 1.983, los que vivimos aquella época seremos bombardeados con multitud de nombres de grupos que han quedado en nuestra memoria. Murakami adora la música y quiere que el lector participe de su afición, también se interesa por la cocina... esta novela en concreto parece todo un catálogo de la música de los ochenta y recetas típicas de la cocina japonesa. 


Nueva historia, de nuevo situaciones raras, presencia de lo extraño y lo paranormal, momentos de tensión, momentos de introspección e imágenes de la vida cotidiana... acción lenta y sinuosa, momentos de tedio donde no parece ocurrir nada y donde el autor se recrea una y otra vez en el peculiar mundo interior de su personaje, y tengo que decir de nuevo que para nada se hace pesado, esa ralentización de la acción, ese amor por el detalle y la penetración en la psique del protagonista se convierte en un juego fascinante, yo nunca podría leer nueve novelas y un ensayo de un autor aburrido... y desde luego Murakami no lo es, aunque reconozco que hay lectores al que el mismo se les puede "empalagar", no es mi caso por suerte.

De nuevo los personajes curiosos, las mujeres misteriosas... tanto en presencia como en ausencia y recuerdo, intriga, y una historia que aunque se torna un tanto previsible en una parte de su desenlace no deja por una vez cabos sueltos, el final luminoso tenía forzosamente que venir precedido de un largo trayecto recorrido a la oscuridad y ese es probablemente el mensaje de Murakami en esta obra seguramente de segunda fila, "menor", pero que personalmente me ha terminado gustando más que otras obras suyas mucho más ambiciosas seguramente porque andaba ya un poco harto de finales descarnados e infelices. No tengo la menor duda de que el autor quedó fascinado por el personaje de aquella temprana obra y se quiso demostrar a sí mismo "puedo hacerlo mejor". Debía sentirse en cierta forma en deuda con aquel desdichado periodista y decidió darle una segunda oportunidad.

No suelo sacar conclusiones de sus relatos y novelas, porque los mismos son demasiado extraños y raros como para intentar buscarles analogías con nada, la vida es en sí extraña, la gente es rara, el mundo es demasiado caótico y complejo para comprenderlo, para intentarlo siquiera... de ahí el título, ese "baila, baila, baila" cuyo significado queda perfectamente aclarado en el relato, una llamada a vivir la vida quitándole dramatismo, simplemente a dejarse llevar y disfrutar del espectáculo ya que poco se puede hacer al respecto, también en el sentido de ser auténtico, de ser uno mismo sin importar la imágen que se transmite a los demás... y por supuesto, siempre mucho mejor con un buen compañero de baile que bailar solo. Será finalmente la presencia del amor y su capacidad transformadora la que termine convirtiéndose en la conclusión de ese extraño viaje, como casi todos, que Murakami nos incita a emprender de nuevo en esta novela.

Lo mejor: Imprescindible si ya se leyó la mencionada "La caza del carnero salvaje", curiosamente la única novela de Murakami publicada en castellano por la editorial Anagrama. No es de todas formas necesario haber leído la primera para disfrutar o comprender esta, son muy distintas entre sí, aunque las referencias a cierto personaje pueden desconcertar al lector, de ahí que tenga que recomendar primero la lectura de la mencionada novela. Toda una radiografía de la soledad y el sentimiento de alienación que produce el mundo moderno, ese Japón moderno onmipresente como marco conceptual de la obra de Haruki, por muchos años que viva en el extranjero puedo concebir las historias más extravagantes salidas de su pluma... pero de ningún modo una novela suya que transcurra en su totalidad fuera de su amado Japón.

Lo peor: Hay otras obras mejores para iniciarse en la obra del escritor japonés, también las hay más sorprendentes y ambiciosas, no me atrevería a recomendar esta novela salvo a incondicionales del autor, el resto de lectores harán bien en mantenerse alejados de esta obra :-)

martes, 22 de abril de 2014

Filosofar como un perro

"La ira, la indignación, el enojo, la exasperación, la irritación, dirigen mi pluma. Escribo directamente, sin borrador. Releo para evitar errores demasiado groseros. Apruebo los que quedan. Estas páginas valen como las palabras congeladas de Rabelais. Me encantaría que mis hojas se ennegreciesen con entusiasmo, excitación, exaltación, menos furia y más destellos o fuegos artificiales. Convengamos que las ocasiones de dar patadas en el traste son cada vez más numerosas que las de levantar la copa de champagne. Todas las semanas busco razones para tirar bengalas, muchas veces de manera desesperada; sin embargo, la mayoría de las veces sólo encuentro ocasiones para activar el lanzallamas o para... ¡filosofar a martillazos, como decía aquél! Esto me tiene a maltraer - y no es solo una frase hecha -."


Ficha:  "Filosofar como un perro", Michel Onfray, editorial Capital Intelectual, 362 páginas, ISBN: 978 987 614 402 5

De nuevo otro libro de uno mis filósofos favoritos, el francés Michel Onfray... es curioso porque siempre que leo algún libro suyo viene a mi mente ese otro filósofo y paisano francés, André Compte-Sponville, no puedo evitar establecer una comparación entre ambos. Los dos son filósofos, franceses, materialistas y ateos... pero ahí terminan todas las similitudes, porque en lo demás son tan parecidos como un huevo a una castaña.

Si André personifica para mí la elegancia al escribir, el buen estilo y la capacidad de decir lo que tiene que decir evitando en la medida de lo posible la ofensa y el toque ácido e irónico, su paisano Michel es justo lo contrario. Si el primero busca seducir al lector y llevarle a su terreno el segundo trata siempre de llamar la atención, incomodar y en la medida de lo posible intentar remover la conciencia, aun a costa de poder resultar ofensivo.

El primero sería un ejemplo perfecto del "profesional" de la filosofía, pero para mí si uno de los dos merece el apelativo de Filósofo, así con mayúsculas, es el bueno de Michel Onfray, el verdadero enfant terrible de la filosofía europea. Uno puede estar o no de acuerdo con sus ideas, puede incluso encontrar desagradables sus excesos, que los tiene, o no casarle del todo su forma de escribir, mezcla en ocasiones de erudición y pedantería con un estilo dirécto y panfletario... desde luego que no es plato para todos los gustos, sin embargo a pesar de ello creo que es un filósofo al que vale la pena leer, algo que no se puede decir de todos.

Esa actitud combativa, iconoclasta e irrespetuosa en contra de todo aquello que considera deplorable, la valentía de llamar las cosas por su nombre, aún a riesgo de resultar ofensivo, cuando no de forma deliberada, no le ha salido gratis en estos tiempos de meapilas de lo "políticamente correcto". En Youtube por ejemplo se pueden ver abundantes vídeos de sus intervenciones televisivas donde tiene que "dar la cara" y enfrentarse a duras críticas, por no hablar de las numerosas llamadas ofensivas, amenazas y demás peajes que tiene que pagar todo aquel con el suficiente valor para pegar patadas al avispero. 

Cuando pensamos en un filósofo incómodo con el poder, un filósofo que tuvo que pagar un alto precio por decir lo que pensaba y por dedicarse a incomodar a sus coetáneos siempre nos viene a la mente el sacrosanto Sócrates, el cual tuvo la suerte o la desgracia de pasar a la historia a través de la pluma de su principal alumno, el gran escritor pero sobrevalorado filósofo Platón. Uno de los grandes filósofos de su época comentó de él "¿De qué sirve un hombre que ha pasado todo su tiempo filosofando sin jamás inquietar a nadie"... el comentario era de Diógenes de Sinope.


Esa frase podría ser perfectamente el lema de la filosofía de Onfray y de unos pocos más, Michel retoma ese espíritu de Diógenes en esta recopilación de artículos publicados semanalmente en la revista satírica francesa de temática política Siné Hebdo, en la línea de nuestras revistas El Jueves y Mongolia aunque con un toque más intelectual. No puedo evitar recordar esa otra recopilación de artículos que comenté aquí hace tiempo de su compatriota André, "El placer de vivir" ... nótese la diferencia entre ambos títulos. No es por jugar al juego maniqueo del bueno y el malo, del blanco y el negro, para nada. Sponville me parece un excelente filósofo y escritor, pero adolece del mismo defecto que podríamos achacar a Platón, no incomoda, no resulta subversivo, no molesta, es respetuoso, amable... pasará a la historia como un buen escritor y como autor de best sellers de filosofía, alguno de ellos magnífico... pero no como filósofo, estoy convencido de que Onfray ha dejado y dejará un poso más firme, y si no al tiempo.

Ese espíritu irreverente, que se rie de los convencionalismos sociales, que se dedica a incordiar y a incomodar a todos aquellos que o bien no ven, o no quieren ver... tal y como les pasaba a todos los meapilas que elogiaban el porte y la elegancia de un rey que realmente estaba desnudo, ese espíritu de Diógenes que vivía en una tinaja, que despreciaba todo aquello por lo que sus conciudadanos perdían la cabeza, que un día rompió una escudilla de barro por considerarla un lujo inútil al contemplar como un niño bebía agua con las manos en una fuente, que no poseía más bienes que un saco de arpillera, un abrigo y un palo y que se reunía con sus "discípulos" en el cementerio de los perros de Atenas, en contraposición a la alambicada "Academia" de Platón o el posterior "Liceo" de Aristóteles, escuelas reservadas a la élite económica de la ciudad y proscritas a los pobres, las mujeres y los esclavos. Ese es el espíritu que supuestamente guiaba a M. Onfray en la redacción de estos breves, e incendiarios, artículos publicados en la revista satírica... queda una pregunta ¿lo consigue realmente?, veamos.

Un primer artículo donde se critica la afinidad de la política francesa Ségolène Royal con el budismo y la causa del Tíbet, cuando años antes manifestaba su admiración por China... de ahí pasamos a un artículo donde el autor se posiciona a favor de la libertad de expresión en relación al ateísmo, verdadero termómetro del progreso de una sociedad... y no la tan cacareada "libertad religiosa". El siguiente artículo trata sobre la estupidez generalizada en referencia a la causa europea y al liberalismo económico, en el siguiente se mofa del revuelo causado por el proyecto de una base de datos del ministerio del interior francés donde se incluirían datos supuestamente privados... cuando estos están ya difundidos por todas partes en numerosas bases de datos con propósitos comerciales... se critica en un posterior artículo la presencia en París del Papa, estábamos en 2.008 durante el pontificado de Benedicto XVI, en una reunión donde se ha invitado a supuestos "pedófilos" mientras que se excluye a gente "non grata" a la iglesia... el autor termina ironizando con la satisfacción que le proporciona no haber sido invitado a dicha reunión ;-).

La complicidad entre delincuentes y redactores de las leyes (pensaba que esto solo se daba en España y en las dictaduras africanas), la crueldad y el rigor del sistema con aquellos que se tomaron la justicia por su mano contra uno de sus máximos valedores... en contraposición con la debilidad manifiesta de la justicia contra los poderosos, la actitud combativa de la iglesia frente al comunismo y su debilidad y permisividad frente al nazismo (Mein Kampf de Hitler por ejemplo no ha estado nunca en el índice de libros prohibídos de la Iglesia Católica). El elogio de la calle como verdadera exposición de la voluntad popular, en contraposición a un parlamento donde dicha voluntad se secuestra de forma reiterada y "legal". El paralelismo entre la Francia de Luis XVI, con una nobleza y realeza viviendo en una realidad paralela de espaldas a las penurias y sufrimientos del pueblo y la Francia actual... 

Críticas a las autoridades eclesiásticas, a las figuras mediáticas, a la clase política, a los Estados Unidos, a la Unión Europea, a las ideas y políticas neoliberales que nos inundan y llevan al desastre, defensa de los valores de la verdadera izquierda frente a la pantomima socialdemócrata... críticas demoledoras al que en el momento de la redacción de estos artículos era el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, crítica del terrorismo estúpido y del sabotaje como medio de protesta... un artículo que le valió una copiosa riada de amenazas e insultos, ácidas críticas también a la opositora socialista de Sarkozy, ya afortunadamente olvidada, defensa del derecho a la eutanasia, crítica a los medios de comunicación franceses y sus campañas difamatorias... etc etc

No todo es bilis, amargura y ácida crítica... en ocasiones esta toma un cariz más intelectual y mucho más interesante, hay un pequeño gran artículo dedicado a la memoria de Albert Camus y su polémica con Sartre en el que Onfray toma partido decididamente por el primero y que me ha espoleado a leer algo del gran novelista y filósofo francés, El hombre rebelde de Camus está ya en mi escritorio listo para ser leído. En otro artículo contundente, y maravilloso, realiza un elogio del actor, humorista y escritor Guy Bedos al que retrata como un moderno Diógenes ¿para cuando una traducción al castellano de alguno de sus libros?:

"Guy Bedos acaba de abrir un espacio que tiene algo del Cinosargo, la escuela filosófica de Diógenes: allí se enseña a decirle a Alejandro, y a todos sus clones, que nos hacen sombra y que necesitamos el sol que nos ocultan. El filófoso que soy ve una ocasión esperanzadora en la risa que transmite y que enseña el amigo Bedos. Los filósofos están tan tristes que un cómico que filosofa puede, en esta época siniestra, indicar el buen camino: no corremos el riesgo, como los pensadores condecorados, de ser los primeros en meternos a toda velocidad en un callejón sin salida."

Otro artículo positivo que aporta algo de luz y esperanza es el dedicado a la obra "Cambiar el mundo sin tomar el poder" de John Holloway, todo un toque de atención a los métodos tradicionales de la izquierda, la que lo es de verdad, para acceder al poder considerando este objetivo como un fin en sí mismo... con las funestas consecuencias que todos conocemos. En otro interesante artículo se habla de los "nuevos bárbaros", es decir intelectuales y eruditos al servicio de las más deprorables ideas "No es que haya que justificar las porquerías de uno para legitimar las del otro, pero habría que terminar con la idea de que se puede distinguir la buena de la mala basura. La basura no es buena ni mala, es basura. Y todas las contorsiones intelecturales no significan nada: se puede ser culto y bárbaro."

Demasiados artículos, demasiados temas, para ser incluídos en este comentario... eso sí, casi todos interesantes. Y digo "casi" porque el libro de M. Onfray sufre el lastre de su origen, forzosamente los artículos publicados en una revista tenían que tener una extensión limitada, el tono y la temática de los mismos también tenía que estar en línea con las características del medio en el que se publicaron. Lo bueno es que cuando encuentras uno que apenas interesa el sufrimiento dura poco, un par de páginas, lo malo es que en demasiadas ocasiones uno se queda con ganas de más... y por supuesto, hablamos siempre de Francia, de un momento concreto de su historia reciente. Aunque podamos extrapolar los temas de los artículos a la situación del resto de Europa, especialmente y por desgracia a nuestra querida pátria, muchos de ellos se quedan "cortos" en el ámbito del interés que podrían tener para un lector hispano.


Lo mejor: Un Michel Onfray desatado, enfadado y un poco "pasado de rosca" que no dejará indiferente a nadie. El libro se lee con gran facilidad, sus más de trescientas páginas se devoran en poco tiempo, aunque alguna referencia hay que hubiera necesitado alguna aclaración o algún pié de página adicional la verdad es que el estilo es más sencillo y llano que la habitual prosa del filósofo francés. Me ha gustado, me ha proporcionado información muy interesante sobre otras obras y también, lo confieso, me ha hecho reír en muchas ocasiones. No sabía por ejemplo que el filósofo galo había estado en mi ciudad, a la que retrata con apenas dos palabras... una pena que mi interés por su obra y la filosofía en aquella época fuese casi nula.


Lo peor: Lo ya apuntado, demasiado "francés"... aunque más de un lector se asombrará, o más bien se mostrará consternado de los paralelismos entre la política española y francesa, ya lo dice el refrán "en todos lados cuecen habas". Estamos ante una recopilación de artículos, ese formato limita mucho el espacio y hay temas que hubieran necesitado algo más de las dos páginas de que consta cada artículo... que le voy a hacer, aquello de "si breve dos veces bueno" nunca me ha terminado de gustar.


sábado, 12 de abril de 2014

El gobierno de las emociones

"¿Por qué es tan difícil que la ley moral dirija efectivamente nuestras vidas? ¿Por qué, entre las numerosas razones que condicionan la conducta, las razones éticas cuentan tan poco? Hay una respuesta sencilla y rápida a estas preguntas y es la siguiente: no basta conocer el bien, hay que desearlo; no basta conocer el mal, hay que despreciarlo. Si la respuesta no es equivocada, de ella se deduce que el deseo y el desprecio, el gusto y el disgusto son tan esenciales para la formación de la personalidad moral como lo es la destreza en el razonamiento."

Ficha: "El gobierno de las emociones", autor Victoria Camps Cervera, editorial Herder, 326 páginas, ISBN: 978 842 5427 442

Hay libros a los que uno llega a través de referencias leídas en Internet, revistas, o por recomendaciones personales... en cambio hay otros que se cruzan en tu vida por pura casualidad. Este que comento hoy aquí es uno de esos. Lo encontré en las estanterías de novedades de la Biblioteca Regional que frecuento varias veces por semana. Es un libro bastante reciente, publicado en 2.011, que sin embargo ofrecía un aspecto un poco deteriorado, no por el tiempo en este caso, sino por el uso que de él se había dado, se nota que ha pasado a estas alturas por bastantes manos y además está profusamente subrayado de principio a fin... seguramente esas anotaciones y marcas a lápiz son obra de algún estudiante de filosofía ¿de quién si no?... apenas le eché una ojeada supe que lo iba a tomar en préstamo y leerlo. Referencias constantes a Aristóteles, Spinoza y Hume, a la razón y su vinculación con las emociones... un tema demasiado atractivo como para pasarlo por alto. Más aún cuando pude comprobar más tarde que el mismo había sido galardonado con el Premio Nacional de Ensayo en 2.012, otro atractivo más para incitarme a su lectura, o al menos, a intentar adentrarme en sus páginas a ver si podía terminarlo.


Que conste que nunca había leído nada de su autora, una de las grandes damas de la filosofía española contemporánea, junto con Adela Cortina, María Zambrano y otras cuya obra también permanece ignota para mí. Que le voy a hacer, aunque mi ignorancia en ocasiones se me asemeja a un pozo sin fondo, algo que para nada me enorgullece, sí que en cambio tiene como contrapartida agradable los continuos descubrimientos que voy haciendo en el terreno de la filosofía, y de casi cualquier otro tema al que me acerque. Nunca sé lo que me voy a encontrar a la vuelta de la esquina, y esa es una emoción, la de la sorpresa y maravilla continua, que me compensa con creces de la toma constante de conciencia de mis graves carencias como lector.

Viendo el título, como muy bien se señala en la entrevista disponible en Youtube que enlazaré más adelante, uno lo primero que piensa es que se encuentra ante un ensayo de auto-ayuda, tan numerosos y frecuentes en las estanterías de las librerías hoy en día... espero que nadie lo adquiera pensando haberse encontrado con algún libro de esa clase, más que nada porque se llevaría un sonoro chasco... Victoria Camps nos ofrece un libro de filosofía, concretamente de ética, donde aunque se van a tratar varios temas que nos afectan en nuestra vida diaria, de continuo diría yo, tales como las emociones en sus variantes más comunes, ira, vergüenza, orgullo, miedo, tristeza... etc. 

Una de las tareas más importantes de la filosofía desde sus mismos comienzos es el de enseñarnos a vivir mejor, ayudarnos a tener una vida más feliz, dirigirnos a eso denominado "florecimiento humano", es decir, a ser cada vez mejores, más virtuosos, sufrir menos y en definitiva ser más felices. De ese cometido, entre otras cosas, se ocupa la rama de la filosofía llamada ética y es desde el punto de vista filosófico de la ética desde el que está escrito este ensayo. Naturalmente ese objetivo señalado también hoy en día está compartido por la psicología, los manuales de auto-ayuda e incluso por las enseñanzas sobre espiritualidad oriental: Budismo, Taoísmo, Hinduismo... etc. Pero es curioso que sean legión los lectores de esas otras ramas del saber, en ocasiones muy relacionadas con la filosofía, otras veces no tanto, en comparación con los lectores de filosofía... aunque esta esté presente en los planes de estudio y la Universidad. Pocos ensayos de filosofía podrán competir en número de lectores y popularidad con los grandes best sellers de la psicología y autoayuda. Sin embargo es en ese mismo territorio, el de la filosofía como orientación hacia una vida más plena, en el que podemos situar perfectamente la obra de Victoria Camps.



Su título para mí posee una doble lectura, el gobierno de las emociones hace referencia tanto a una realidad como a una posibilidad, la realidad es que las emociones nos gobiernan más de lo que quisiéramos, sobrepasan siempre en influencia a la hora de condicionar nuestras acciones a la pura racionalidad y al pensamiento lógico, pero es que además tal gobierno, tiránico en demasiadas ocasiones, no es todopoderoso, puede ser atemperado y reconducido por la razón... aunque sea una tarea nada fácil. 

La dualidad razón-emoción, sus conflictos y sus relaciones serán el tema principal de la obra. La misma arranca con una denuncia de una falacia que cometió Platón al escribir que bastaba conocer el bien para realizarlo... así sería si fuésemos seres racionales y lógicos en una sola pieza, sin embargo son continuas las ocasiones en las que conocemos lo que es mejor para nosotros y aun así... escogemos la peor de las opciones. Su discípulo Aristóteles, uno de los protagonistas de este ensayo, se acercó mucho más a la verdad cuando afirmó en su "Ética a Nicómaco" que no bastaba conocer el bien, también había que desearlo. Spinoza también retomaría la idea muchos siglos más tarde cuando hablaba de la conveniencia de examinar y conocer los afectos para reconducirlos, para "convertir la razón en pasión", consciente de la debilidad de la razón cuando se enfrenta a las emociones... más adelante Hume nos alertaría sobre las ideas supuestamente originadas en la razón pero realmente originadas en las sensaciones y las emociones, y por lo tanto más sujetas a estas, por mucho que se revistan de las vestiduras de la racionalidad. 

Tenemos por lo tanto el tema definido, la necesidad no solamente de conocer el bien y el mal sino de amar y desear al primero, y despreciar y sentir repugnáncia ante el segundo, la necesidad de convertirnos en virtuosos a base no de la erudición y el estudio, sino de la práctica... algo donde Aristóteles insiste una y otra vez, la necesidad de convertir lo bueno y razonable en algo deseable y emotivo, en una pasión... conociendo las pasiones que sufrimos, analizando su origen y reconduciendolas a través de la creación de otras nuevas, más sanas... y por supuesto desconfiando y sometiendo a juicio crítico cuantas ideas "razonables" aparecen en nuestra mente, ya que no pocas veces es en la emoción, no siempre sana y buena, donde tienen su orígen.

La autora no pretende con este ensayo establecer un juicio maniqueo sobre lo bueno y malo de razón y emoción, dando siempre la razón a la primera y sometiendo a sospecha a la segunda... nada de eso, más bien, mostrarnos que la parte racional necesita forzosamente de la emocional, que la razón sin emoción queda reducida a nada... aunque la emoción sin el análisis y la evaluación de la razón puede asemejarse a un camión cuesta abajo y sin frenos. Un tema nada nuevo, nada original, tan antiguo como la filosofía... que sin embargo sigue dando juego porque pocas veces, en lo que se refiere a razón y emoción, podemos hablar de equilibrio o de poseer la proporción justa de una y otra.

El libro para mí puede dividirse en tres partes claramente diferenciadas, la introducción, el primer capítulo y los dedicados a Aristóteles, Spinoza y Hume conformarían esta primera parte. Sin duda la más sencilla de leer, al menos para mí, y la que proporciona la introducción necesaria al tema, una introducción extensa y bastante "jugosa" tengo que decir para todos aquellos lectores aficionados al pensamiento de esos tres gigantes de la filosofía. Pero es que además la autora no se limita a analizar las ideas de los mismos en relación al tema del libro sino que las vincula a temas de actualidad, la filosofía de Aristóteles, Spinoza y Hume será el punto de partida para analizar situaciones y hechos de todos conocidos:

"La ayuda de la retórica es imprescindible para emocionar y motivar al público a favor de lo que se le está mostrando y que quiere provocar adhesiones masivas. Lo sabe el político, lo sabe el periodista y lo sabe quien detenta el poder económico. Pero hoy el uso de la retórica ha dejado de preocuparse de los contenidos que se transmiten, lo importante es que las tecnologías funcionen y consigan los efectos deseados"

"No obstante, y a varios siglos de los comienzos del liberalismo, hay que decir que ni la tesis de Montesquieu ni la de Smith se han demostrado válidas. Los intereses privados se suman con dificultad porque son divergentes. No obtenemos un interés común a partir de la agregación de intereses particulares. Es más bien ese interés público o espíritu público el que ha de movilizar los comportamientos para que no se resienta el bien de todos. "

Posteriormente se procede al análisis, de diferentes emociones y su vínculo con el mundo de la razón... mostrando como existe en cada una de ellas un lado bueno y deseable, necesario incluso, y otro lado negativo que hay que evitar por todos los medios. Son los capítulos dedicados a la vergüenza, la compasión y la justicia, la indignación y el compromiso, el miedo, la desconfianza y finalmente el capítulo dedicado a la autoestima. Por ejemplo una emoción como la vergüenza es mala en cuanto que se siente por algo que no debería avergonzar a la persona, vergüenza por ser quien es, la vergüenza reducida a simple pudor por mostrar el cuerpo,  o por pertenecer a un determinado grupo social, o a una determinada etnia... pero es buena en lo que se refiere al sentimiento de autocrítica, porque sentir vergüenza es al menos indicio de poseer valores morales "El que no se ruboriza del mal que hace es un miserable", escribió Aristóteles... cita con la que Victoria abre el capítulo dedicado a la vergüenza.

En otros asuntos la dicotomía entre emoción deseable y emoción a evitar no está tan clara, tal y como ocurre con la ira. Mala en su acepción de furia desatada... pero buena en su acepción de indignación, por ejemplo ante una injusticia. Lo mismo decir del miedo, malo como emoción que paraliza o posee orígenes infundados, como la superstición, pero bueno como acicate de la prudencia y remedio contra la temeridad. Así sucederá también con otras emociones como la confianza y su opuesto, la desconfianza, la compasión... que aunque habitualmente es buena puede contener también sus excesos. Mención aparte merece el tema de la autoestima y su construcción social. En el mismo tocará sobre todo el tema en relación con la figura de la mujer a lo largo de la historia, asunto que daría de sí no solamente un apartado en un capítulo, sino libros enteros y que Victoria, como mujer y filósofa, no puede dejar de tratar con la merecida atención. No faltarán en estos capítulos los casos en que la autora nos hablará sobre la relación directa entre las emociones analizadas y el sentido de la justicia y las leyes, ya que son estas las que pretenden dirigir en ocasiones la vida en comunidad, discriminando entre bueno y malo, asunto nada sencillo. Me ha agradado mucho encontrar referencias a la obra de Martha Nussbaum, una autora a la que seguramente volveré a leer en un futuro próximo.

El libro entra en su recta final con cuatro interesantes, aunque algo densos, capítulos centrados en la melancolía y su tratamiento en la sociedad moderna, la educación de los sentimientos, los afectos políticos y finalmente el papel en la educación sentimental del arte y las obras de ficción.

En el primero se habla de la tristeza y la melancolía y como esta puede dividirse según su causa en dos grandes apartados, una tristeza considerada "normal" a la que el individuo debe intentar enfrentarse por sus propios medios, y otra considerada "patológica" que debe ser tratada por un especialista... el problema es que en la sociedad moderna cada vez hay más tristeza y melancolía del primer tipo que es catalogada como del segundo... El tema dará pie a que la autora entre en una interesante exposición sobre el tema de la libertad individual en la sociedad actual, buscando en el tratamiento de la misma el origen de ese desasosiego y angustia vital que es en ocasiones identificado con una patología, cuando no lo es.

En el capítulo dedicado a la educación sentimental Victoria toma partido por un objetivo que no se centre en la creación de individuos y ciudadanos más aptos para los retos personales y profesionales a los que han de enfrentarse en sus vidas, con una mentalidad meramente pragmática de adaptación a los tiempos que corren, sino en palabras de la propia autora a la forja de un "carácter  dispuesto a respetar la libertad y la igualdad política, a adquirir un sentido de la tolerancia, de la obligación, de la equidad y de la autodisciplina". Ahora más que nunca son necesarias la educación sentimental del individuo debido a que faltan los tradicionales "asideros" y puntos de amarre de generaciones anteriores, fuesen estos la religión, la fe en la razón, los ideales... el individuo postmoderno está más necesitado que nunca de una especie de brújula personal para navegar en los mares de la incertidumbre del mundo actual, ni siquiera es la ley el punto óptimo de referencia ya que también las leyes son cuestionables. Podrían ser precisamente  los sentimientos, una vez debidamente "educados" y encauzados, los mejores guías, y también los mejores motores para llevarnos en la dirección correcta. De nuevo la idea de que no basta conocer el bien, hay que desearlo.

El penúltimo capítulo se centra en los afectos políticos, como los mismos terminan influyendo en leyes y decisiones judiciales... y no solamente en el mal sentido de producir injusticias y situaciones indeseables mediante la influencia nociva de las emociones, sino también como las emociones positivas y enfocadas en el objetivo correcto pueden ayudar al objetivo de una sociedad más justa. El capítulo termina analizando el fenómeno del patriotismo y sus implicaciones emocionales, de una forma bastante "aristotélica" la autora optará por un término medio entre el fervor nacionalista, siempre sospechoso de estrechez de miras y de dejarse llevar por sentimientos viscerales, y el cosmopolitismo... que en principio parece más elevado y razonable, pero que por eso mismo peca de insensibilidad. 

Finalmente el libro termina con un broche de oro... el dedicado al papel del arte, a través de la literatura principalmente, como "educador sentimental". Visto con sospecha y prejuicio desde los tiempos de Platón, el arte en forma de novela, poesía o teatro muchas veces posee una capacidad didáctica que ya quisiera para sí la mejor de las filosofías. Su capacidad de exponer claramente y sin ambigüedades de ningún tipo las flaquezas del género humano, relatos e historias donde se quiere expresar un mensaje moralizador... y hacerlo de forma emocionante, implicando al lector-espectador que por una parte toma la debida distancia, ya sabe que está presenciando o leyendo una obra de ficción, pero por eso mismo puede emplearse con más contundencia y con una variada gama de resortes ausentes habitualmente en el ensayo filosófico... 

No me resisto a terminar mi comentario del libro sin citar estas hermosas palabras de la autora sobre la relación entre la ética, dominio de la filosofía, y la estética, dominio del arte:

"En una sociedad liberal en la que las costumbres han ido perdiendo la rigidez moral que tuvieron en otros tiempos, hay formas de conducta que deben rechazarse no porque sean delito, sino porque sencillamente están mal. Es posible que a un político no le condenen ni le procesen por aceptar cierto tipo de regalos, pero sería mejor, más bonito, que no los hubiera aceptado. Lo que ha venido en llamarse "telebasura" define a un conjunto de programas que tampoco llegan a ser materia de delito, pero que no tienen nada que los haga encomiables. No está en ningún caso prohibido que los ricos se sigan enriqueciendo con desmesura ni que los altos directivos se otorguen unos sueldos de vergüenza teniendo en cuenta la miseria en que vive una gran mayoría, no es delito hacerlo, pero es feo. La apelación estética, aquí, añade algo que la ética no tiene, de la misma forma que una buena película enseña lo que es el mal, o el bien, con más vigor y poder de persuasión que un tratado filosófico o una prédica moral"


Adjunto aquí el enlace a una entrevista entre el filósofo Manuel Cruz, director de la colección, y la autora a propósito de la presentación de este libro.



Lo mejor: Un libro excelente, un gran trabajo de nuestra  galardonado con un importante premio, pero al que no le hacía falta aval alguno para ser recomendado. La autora consigue convencer de que cualquier tratado sobre ética y moral que no tenga presente el variado y complejo mundo de los sentimientos será siempre un tratado incompleto, sesgado y defectuoso. Muy recomendable.


Lo peor: Tengo que nombrar aquí una minucia sin importancia, la cantidad de erratas del texto, fruto seguramente de su apresurado envío a la imprenta y que seguramente habrá sido remediado en las siguientes ediciones y reimpresiones. También tengo que hacer de nuevo alusión a que este no es un texto de autoayuda sino de filosofía, para lo bueno y para lo malo, de modo que hay que verlo como tal... una exposición interesante, lúcida y erudita, pero que no tiene pretensión alguna de "educar" sentimentalmente al lector ni de que este sea más reflexivo a la hora de escoger, si es que puede, las emociones que guían su vida. 

Ese es ya otro terreno muy diferente sobre el que el mismo Aristóteles reconocía su impotencia para conseguir solamente por medio de sus enseñanzas y consejos el fin deseado, Victoria lo recoge en su libro y tengo que citarlo aquí, aun en este apartado a modo de epílogo: "El razonamiento y la enseñanza no tienen, quizá, fuerza en todos los casos, sino que el alma del discípulo, como tierra que ha de nutrir la semilla, debe primero ser cultivada por los hábitos para deleitarse u odiar las cosas propiamente, pues el que vive según sus pasiones no escuchará la razón que intente disuadirlo ni la comprenderá, y si él está así dispuesto, ¿cómo puede ser persuadido a cambiar? En general, la pasión parece ceder no al argumento, sino a la fuerza; así, el carácter debe estar de alguna manera predispuesto para la virtud amando lo que es noble y teniendo aversión a lo vergonzoso".   Aristóteles. Ética a Nicómaco.


lunes, 7 de abril de 2014

La banda de la tenaza

"Por lo que Hayduke sabía, cuando él se había visto envuelto por ella, la soledad absoluta podía ser perjudicial. Era perjudicial. En algún lugar, en las profundidades de la soledad, más allá de la libertad, estaba escondida la trampa de la locura. Hasta el buitre, ese anarquista de cuello rojo y alas negras, la más indolente y la más arrogante de todas las criaturas del desierto, hasta el buitre le apetecía al caer el día reunirse con sus parientes e intercambiar relatos, descansando en la rama más alta del más muerto de los árboles de la zona, todos encorvados y envueltos en túnicas de ala negra, chachareando juntos, como una asamblea de sacerdotes que intrigan. Hasta el buitre -pensamiento fantástico- tiene que pasar por el nido, se aparea, se hace cargo de los huevos, produce nuevos buitres"


Ficha: "La banda de la tenaza", autor Edward Abbey, editorial Berenice, 575 páginas, ISBN: 978 84 15870036

"¿Pero qué haces leyéndote ese libro tan feo?, de verdad Antonio, no te pega nada... "  En estos términos, más o menos, se refería mi novia a mi elección de esta novela como siguiente lectura. Tengo por costumbre, y tal como reza el título de este blog, el de ir siempre con un libro "a la chepa", tanto en mi vida diaria, como en mis viajes e incluso en mis rutas senderistas... hasta en las ocasiones en las que se supone que me va a ser imposible leer. De modo que solo hay que echar un vistazo a mi mochila, maleta, bolsillos o bandolera para saber qué lectura llevo  entre manos... y a veces, palabra, es más de una.

Pues si, "La banda de la tenaza" es un libro "feo", llamativo y singular... tanto que ha necesitado la friolera de ¡treinta y siete años! para ser traducido y publicado en nuestro país, con el agravante de tener su orígen en los EEUU, ese país tan generoso en su exportación de iconos culturales, modas, cine, mala y buena literatura o simplemente basura.

Por eso choca mucho que un libro que fue todo un éxito de ventas en su día, el más exitoso de su autor con diferencia, haya visto la luz tan tarde en nuestro país, y encima adornado con los dibujos del famoso Robert Crumb que ilustran cada capítulo... no se, ¿tendrá algo que ver su supuesta apología del terrorismo y vía violenta para resolver conflictos "ecológicos"?... no seamos malpensados, seguramente no es por eso ¿o si? ;-)

 Hay gente que parece que vino al mundo para romper moldes y esquemas, para vivir siempre a contrapelo, con el paso cambiado, a contracorriente... y encima hacerlo en el país supuestamente más consumista y materialista del mundo, en el país más bombardeado por la publicidad desde generaciones, en la nación más corrompida y ferozmente individualista de la Tierra. Edward Abbey nunca debió sentirse profeta en su tierra, a la que amó con pasión. Me llena de rabia el saber que casi ninguno de sus libros ha sido traducido al castellano, excepto este y "El vaquero indomable" que debe estar más que descatalogado a estas alturas, porque es un autor al que leería sin dudarlo.


"La banda de la tenaza" no es un libro aséptico, más allá de la ironía y de su buen sentido del humor está lleno de rabia y frustración, es un libro que aunque sea en plan de broma, más o menos, toma partido por la acción violenta, por la acción directa... aunque sea al precio de acercarse a la frontera del mal, de parecerse a aquello que se quiere combatir.

Es un libro que decididamente toma partido por el sabotaje y la resistencia, por mucho que se suavice con humor, ante una injusticia "legal" como es la destrucción del medio ambiente a manos de la codicia desmedida de las compañías mineras, madereras y petrolíferas... Edward Abbey no era un cavernícola opuesto a toda forma de progreso que quiera atraer a la humanidad a una nueva era de tinieblas... sino un romántico enamorado de la naturaleza que veía con horror y espanto la contaminación medioambiental, el deterioro del paisaje, la invasión de los grandes espacios del oeste americano por los carteles publicitarios, la tala indiscriminada, la emisión de gases tóxicos y la destrucción del medio ambiente en pos de una codicia disfrazada de progreso.

La historia es muy simple, cuatro ciudadanos americanos muy distintos entre sí pero con unas ideas semejantes a favor de la naturaleza y de repulsa hacia las acciones de las grandes compañías, deciden tomarse la justicia por su mano y constituir una célula de resistencia, más o menos violenta, una especie de comando "eco-terrorista" y comienzan a emprender acciones destructivas y de sabotaje contra los intereses de las compañías que atentan contra el medio ambiente. Inician su indudablemente  delictiva, aunque moralmente más discutible, actividad ecoterrorista con la constructora que tiende carreteras y puentes en la zona del Gran Cañón. Continuarán más adelante realizando sabotajes contra una compañía minera, sus máquinas y su vía férrea... y no se pararán ahí. Cada vez sus acciones serán más espectaculares, hasta que terminará sucediendo lo inevitable, algo que dejo a la imaginación del lector para no terminar de destripar el argumento...

El valiente e impulsivo Hayduke, veterano de Vietnam medio pirado que cuenta las distancias entre ciudades por el número de cervezas que es capaz de trasegar al volante, la bella y caprichosa Bonnie Abbzug que introducirá un punto de humanidad y "glamour" en el grupo, el gruñón Doc Sarvis que financiará las operaciones y constituirá el contrapunto "teórico" al imparable Hayduke, y finalmente el guía conocedor de la región, el mormón "Seldom seen" Smith... el más equilibrado y sensato de los cuatro, si es que hay algo de sensatez en esta singular cuadrilla.

 ¿Cuánto hay de cada uno de ellos en el escritor de esta obra?... para concretar ese punto tendría que saber más de este autor fallecido en 1.989 y del que se desconoce el paradero de su tumba, perdida en el desierto que tanto amó. Probablemente algo de cada uno de ellos, pero en especial por su físico y su actitud heróica, irreflexiva y huraña es fácil ver mucho del barbudo Hayduke en este filósofo gruñón  que parece salido de un western.


Es habitual que en mis críticas a las novelas suela ver como algo negativo la superficialidad de los personajes, el hecho de que la mayoría de las veces uno se encuentre con monigotes de cartón piedra, sin profundidad, sin evolución personal, meros estereotipos hechos ficción al servicio de una historia... pues bien, en este caso tengo que comentar justo lo contrario, si tenemos en cuenta que la novela está escrita en clave de humor de principio a fin el autor hizo muy bien en dejar a sus protagonistas convertidos en poco menos que unos estereotipos al servicio de la sátira y el esperpento... porque en el fondo,  y queda muy claro en el transcurso de la narración, esto no era lo más importante de la historia que quería contar.

Si, es verdad que hay muchas peripecias, viajes, persecuciones, descripción minuciosa de la planificación y ejecución de acciones de sabotaje, más o menos serias, a veces simples gamberradas... otras verdaderas acciones terroristas donde el único límite que se ponen es el de no hacer daño a ningún ser humano... algo verdaderamente complicado en asuntos como hacer descarrilar un tren por ejemplo, pero donde no hay "techo" alguno a los daños materiales a producir o a los riesgos a correr.

La acción es trepidante, es una novela que no da respiro al lector... pero más allá de esa acción, de esa "road movie" en la que se convierte buena parte parte de la novela hay un deleite continuo en la descripción del escenario, un recrearse una y otra vez en los paisajes, en la naturaleza que rodea al grupo, en ese espacio natural... bello y despiadado, no hay que olvidar que estamos en el desierto entre Utah y Arizona, ese paisaje que tanto hemos visto en películas del oeste. Temperaturas extremas, escasez de agua, naturaleza áspera, arisca e inmisericorde con el ser humano; pero también un santuario de paz, un lugar mancillado y profanado por sucias carreteras de asfalto, carteles publicitarios, minas a cielo abierto, presas que convierten hermosos cauces en míseros arroyos sin vida, toneladas y toneladas de cemento y acero que atraviesan el paisaje como heridas, zonas urbanas que crecen como tumores malignos, desperdicios y suciedad por doquier... es contra esa otra violencia, sistemática, de curso legal y supuestamente imparable contra la que estos cuatro locos dirigirán sus actos vandálicos. Evidentemente no tiene ningún sentido dirigir acciones de sabotaje jugándose el tipo contra alguien que hace cosas que te son indiferentes...

De forma muy "instructiva" aprenderemos como inutilizar una excavadora, como "gripar" el motor de un camión, como inutilizar maquinaria, como utilizar "figuradamente" cartuchos de dinamita y mezclas térmicas capaces de cortar el acero... una obra sin duda de lo más educativa, pero que ante todo rezuma amor por la naturaleza por todos sus poros y que resume muy bien el ideario filosófico de su autor "Yo soy un humanista, prefiero matar a un humano que a una serpiente"... escribió por lo visto en alguna ocasión. Esa defensa del "libertarismo" a ultranza, de desconfianza absoluta en los gobiernos, empezando por el de su país, se traducía en una defensa del derecho tan americano a portar armas. Más allá de intereses espúreos de las fábricas de armamento Abbey comulgaba con la idea con la que tantos norteamericanos están todavía de acuerdo hoy en día, la idea de que un pueblo armado es un antídoto contra la tiranía. Como europeo perteneciente a una nación virtualmente "desarmada" dificilmente puedo estar de acuerdo con algo así... pero en estos tiempos que corren y viendo el cariz que poco a poco están tomando las cosas no puedo evitar que me caigan cada vez más simpáticos aquellos que son capaces de "echarse al monte" en defensa de unos ideales. Malo es tomarse la justicia por su mano, pero peor aún puede ser un gobierno que deja de temer al pueblo al que sirve.

Evidentemente las cosas han cambiado mucho desde 1.975, aunque no en lo fundamental, por desgracia todo lo que denuncia el libro sigue igual o peor... hay un aura de ingenuidad tanto en los protagonistas metidos a saboteadores como en sus víctimas que ya no existe. Dificilmente hoy un grupo eco-terrorista conseguiría hacer daño material sin causar víctimas, dificilmente escaparían mucho tiempo de la represión policial. El mundo se ha hecho mucho más pequeño desde que Edward vivió en el oeste, hoy nadie se fiaría de dejar maquinaria valorada en millones alegremente sin vigilancia... no creo que Edward defendiera acciones de este tipo, aunque alguno de los personajes de la novela están inspirados en personajes reales, no me cabe la menor duda. Se trata más bien de una defensa del activismo a favor de la naturaleza y una apología de un activismo decidido y valiente en el que uno se "juega el tipo"... hoy en día la mayoría nos limitamos a compartir fotos y artículos de opinión en Facebook, votar en Change.org y similares o en "retuitear" contenidos más o menos atrevidos... Edward Abbey se mearía de la risa.

Para los curiosos comentar que la película de 1.962 y protagonizada por Kirk Douglas "Los valientes andan solos" ("Lonely are the brave") que cuenta las andanzas de un vaquero enfrentado con el gobierno de los Estados Unidos y empeñado en derribar cercas y alambradas, está basada en una de sus novelas.

"El anarquismo no es una fábula romántica, sino el duro despertar, basado en cinco mil años de experiencia, de que no podemos confiar el manejo de nuestras vidas a reyes, sacerdotes, políticos, generales y comisionados de condado". Edward Abbey.

Lo mejor: Interesante y sorprendente, es una historia muy bien escrita que engancha de principio a fin y una vez que la acción se "encarrila" ya no da respiro al lector. Fenomenales las descripciones de las regiones y lugares donde tiene lugar la acción de la novela, no tengo la menor duda de que su autor conocía muy bien todos los lugares de los que habla. La presencia de ilustraciones de Robert Crumb fue todo un acierto, aunque no se incluyeran en la versión original de la novela. Algunos de los diálogos son realmente divertidos.


Lo peor: Demasiado tiempo en aparecer en el mercado nacional, demasiado tiempo también el transcurrido, el cual por desgracia no ha sido demasiado benevolente con la historia, actual y desfasada a partes iguales... ¿veremos alguna vez alguna versión animada o cinematográfica?, lo dudo. Una vergüenza que no haya más libros de Edward Abbey publicados y editados en castellano teniendo en cuenta la cantidad de "morralla" que desembarca a esta orilla del Atlántico proveniente de los EEUU... uno de sus autores más interesantes sin duda, aunque pueda ser tachado de retrógrado por muchos.